El laberinto español - Gerald Brenan
Cada oficialía o secretaría se veía duplicada -ya que cada partido tenía su propia nómina- y en cada cambio de gobierno un gran número de estos empleados eran despedidos sin indemnización alguna. Si el partido opuesto al suyo permanecía demasiado tiempo en el poder, estos pobres hombres se veían reducidos a la mayor miseria, y su clamor, llegando a los oídos de algún ministro con sentido humano, era a veces suficiente para provocar un cambio de gobierno. "Quítate tú para ponerme yo", llegó a ser el primer principio de los partidos políticos.
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