En ocasiones, para hablar de ciertos temas, se tiene que haber vivido. El relato, cuando ha sido escrito sin lágrimas ni sangre, parece superficial, infantil, lejano. Un golpe sin dolor, es caricia. Un dolor sin golpe, es realidad.
Chester Himes nos crea ilusión de realidad. Es lo más cerca que podremos llegar algunos.
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